Reinventarse es una gran oportunidad y puede ser más fácil de lo que piensas. Te invito a que tomes un lápiz y papel para escribir qué te gusta, qué te hace feliz, qué se te ocurre inventar y cómo llevarlo a cabo.
No pretendas partir como gerente, parte como Junior, anda de menos a más, dando pasos pequeños, pasos que uno al lado del otro hacen una inmensidad. Cultiva la humildad, agradece lo más simple de esos logros y escala peldaño a peldaño sin desmotivarte.
Si por alguna razón, llegas a caer, llegas a fallar, caerás solo uno de ellos, y la experiencia ganada será lo que detendrá tu caída.
Vive cada día, con pequeñas metas que ese día pretendas alcanzar, y traza tu ruta a diario, en base a lo alcanzado. Y si algo sale mal, evalúa cómo hacerlo de nuevo, mejor, desde tu sabiduría ancestral.
Revisa tu historia, la de tu mamá, la de tus abuelas, y cuenta con toda esa experiencia en tu mochila, todo eso, bueno ó malo, está en ti. Úsalo a tu favor. Sigue su ejemplo. Mejóralo, supéralo.
Felicítate a ti misma cuando algo te resulte bien, sin caer en egocentrismo, ni en complacencia, siempre humilde, cultiva que tu autoevaluación sea objetiva, y amorosa. La divinidad que vive en ti.
Aléjate de todo lo que te estanque, te disminuya o te aletargue, aunque eso signifique un dolor o perder a alguien, supérate a ti misma y a tus circunstancias.
Lee, reza, medita, sueña, canta, pinta, borda, cocina, tómate una cervecita mirando el atardecer, mira a tus hijos crecer, mira en ellos tu ejemplo, tu virtud.
Y deja que el tiempo haga su obra.
Ocupa Facebook solo para alegrarle la vida a alguien, nunca para aserruchar a alguien, engrandécete hasta en lo más pequeño.
Y si ves a alguien complicado, busca en ti una palabra de aliento, que todo lo que tú des desde el amor, retornará a ti multiplicado.
La espiritualidad está más cerca de lo que imaginas, al roce de tu mano, no necesitas rebuscarla, llega a ti si te permites verla, observa.
En la velocidad con la que te permitas vivir tu vida, notarás la diferencia.
Regalos de Dios hay por montones.
Por Viajera sin límites