La reconversión a escritora de Shía Arbulú, la primera vocalista de La Ley

Mucho antes de la llegada de Beto Cuevas, la española puso letras y melodías a las composiciones creadas por Andrés Bobe y Rodrigo Aboitiz,en los albores del afamado grupo.

Por El Apátrida.

Para ella significó solamente una especie de aventura juvenil. En cosa de aproximadamente dos semanas, en pleno 1988, y a un ritmo de creación frenético porque debía retornar a España junto  su familia, Lucía ‘Shía’ Arbulú debió escuchar la música creada en el ‘laboratorio’ del guitarrista Andrés Bobe, lamentablemente fallecido en un accidente de motocicleta en 1994, y el tecladista Rodrigo ‘Coti’ Aboitiz, quienes buscaban dar un paso adelante en la escena musical chilena con un proyecto nunca antes visto y oído hasta entonces, el cual poseía sonido de vanguardia.

Su misión era ponerle melodía y letras a la música, la cual ya tenía arreglos. Al menos eso hablaron con ella. El incipiente proyecto era apoyado por Carlos Fonseca, el sempiterno manager de Los Prisioneros y quien en ese entonces era novio de Arbulú, y antes había avizorado el potencial creativo de la dupla Bobe-Aboitiz. Fonseca reunió a los tres y se consiguió la posibilidad de grabar un EP, lo que en la jerga musical significa ‘Extended Play’ y que es más largo que un single y más corto que un disco o LP, denominado ‘Long Play’.

Cuenta la leyenda que el trío no tenía nombre para darse a conocer y fue la propia Shía, quien luego de anotar una larga lista en una hoja de cuaderno decenas de posibilidades, le presentó el apelativo ‘La Ley’ a Bobe y Aboitiz, basado en el segundo disco de la banda de culto de la movida madrileña ‘Radio Futura’, denominado ‘La Ley del Desierto, La Ley del mar’. La sugerencia convenció a todos, tomó forma y finalmente pasó a la posteridad.

Luego de terminar el EP, Shía retornó con su familia al terruño. El proyecto de la primera Ley no prosperó y finalmente quedó como un bello recuerdo.“Me hubiese encantado que le hubiese ido bien. Pero efectivamente no hubo tiempo. Yo no alcancé a ver el disco terminado, me lo mandaron después.”, señala al teléfono desde Marbella.

Tiempo después Bobe y ‘Coti’, ya sin Arbulú, decidieron realizar una potente banda de pop rock. Ingresaron el bajista Luciano Rojas, el baterista Mauricio Clavería y con el tiempo lo haría el frontman Beto Cuevas. Luego vinieron como consecuencia del talento y trabajo realizados el disco ‘Desiertos’ (1990), ‘Doble Opuesto’ (1991) y ‘La Ley’ (1993) y el EP ‘Cara de Dios’, los tres últimos trabajos sin Aboitiz en los teclados.

Tras la muerte de Bobe, ‘Coti’ retornó al grupo, y luego se uniría en reemplazo del fallecido guitarrista Pedro Frugone. Eso fue el germen del álbum más exitoso de La Ley, ‘Invisible’,y que posibilitó su expansión continental. En cosa de tiempo vendría su ascenso a lo más selecto de la industria musical, el reconocimiento, los Grammys, las presentaciones multitudinarias, cuatro discos más, un recordado MTV Unplugged,una larga pausa de diez años, un retorno y una inesperada separación en 2016.

Inicios en Nadie

Antes del primer EP de La Ley, Shía con 16 años fue parte del grupo Nadie en voz y teclados y que además estaba compuesto por sus hermanos Isolina ‘Soli’ Arbulúcomo vocalista, y Francisco ‘Chachi’ Arbulú en voz y guitarra, Armando Figueroa en bajo y José Domingo ‘Chuma’ Cañas en batería. Nadie se disolvería en 1988 y sólo se juntaría avanzado el nuevo milenio esporádicamente en algunas tocatas y a pedido de los fans que recordaban sus éxitos ochenteros.

Durante su breve trayectoria, Nadie editó solamente un disco llamado Ausencia en 1986,del cual se desprenden sencillos como ‘Creo que te quiero’, ‘Ausencia’, ‘Me moriré en el invierno’ y ‘La moda mata’ y el cover ‘Bailando’ entre otros.  Fue tal su éxito en la época, merced de sus melodías pegadizas y una voz despolitizada, que obtuvieron disco de oro y les extendieron una invitación al Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar en 1988 con éxito y antorcha incluida.

Al pactar una entrevista con Shía aclara que no le apetece tanto hablar acerca de su pasado musical en La Ley y prefiere abocarse a sus nuevos rumbos literarios. “La verdad, sé muy poco de La Ley. Y vosotros sabéis aún menos sobre mí en Chile. He tenido una fructífera carrera como directora de teatro y ahora como escritora en España, y seguís preguntándome sobre lo que hacía con 17 años”. Así que esta conversación versará acerca de lo que fue su vida después de volver a España tras un traslado por el trabajo de su padre, quien por aquellos años eraun importante ejecutivo bancario.

Una vez en su tierra, Shía intentó con la música nuevamente, con resultados que son incluso más valorables para ella que su pasado en Nadie y La Ley, pero que por diversas situaciones no pudieron despegar. Después estudió Filosofía en la Universidad Complutense y Escritura Creativa en Escuela de Letras de Madrid. Posteriormente dio un giro al teatro convirtiéndose en una premiada dramaturga y directora realizando obras originales y adaptaciones.Así pasó a dirigir una academia de artes escénicas y lleva más de veinte años enseñandointerpretación a niños, adolescentes y adultos. Antes de abrir la Escuela de Artes ‘Momo’, donde trabaja actualmente, Shía dirigió la sala Black Box Teatro en Marbella, aventura que duró siete años.Pero lo que nos convoca es su desconocido, para Chile, ingreso a las lides de la literatura.

Shía, ¿Te dedicaste desde pequeña a la escritura?

Si. Las primeras cosas que yo escribí fueron poemas y eso cuando tenía 12 o 13 años. Luego escribía las letras de las canciones que para mí eran muy importantes y son otra forma de escribir. Luego la compañía de teatro que tenía escribía dramaturgia y muchas de las obras que yo he escrito han estado en certámenes de teatro, e incluso han ganado premios. Digamos que la escritura siempre ha estado ahí. De alguna manera ha llegado un punto en mi vida, desde hace tres años que tenía muchas ganas de simplemente escribir literatura, de estar yo sola. Trabajar en teatro supone estar con un equipo de gente, con artistas, coordinar mucho.

¿Cómo nació la idea de realizar tu primera novela ‘Al otro lado de la verdad’[1]? ¿Por qué ese título?

Es la historia de ‘Peter Pan’ pero contada en nuestra realidad actual. Surgió en la época más ‘chunga’ de la crisis acá en España en que se veía muchos documentales que mostraban a padres que lo habían perdido todo. Los veías totalmente hundidos con la desesperación de no poder cuidar de sus hijos diciendo ‘¿Qué voy a hacer?’. Y a partir desde allí empecé a pensar cómo es crecer con un padre que se está hundiendo, cuando normalmente uno ha crecido con la seguridad que tus padres son una especie de roca sobre la que tú te apoyas para poder salir adelante. ¿Qué pasa con estos chicos que crecen con estos padres que se están hundiendo? Que ven cómo se les rompe el mundo alrededor y no saben qué hacer, cómo salir adelante. ¿Qué clase de imagen les estamos dando?  La corrupción política ha sido una piedra muy dura en España y todavía continúa. Y se genera esa imagen que damos los adultos, que aquí gana el más tramposo y que los que ganan son los que mintieron, que engañaron y la gente honesta ha quedado arruinada.  Estamos dando una imagen del mundo, que normalmente no encaja con lo que le queremos enseñar a los niños a quienes les decimos‘Que hay que ser bueno’, ‘que hay que esforzarse’, ‘que el que se esfuerza llega lejos y el que no se esfuerza no llega a nada’. Y resulta que la realidad es otra…

A partir de estas reflexiones surgió esta idea, de estos dos niños, digamos mi Peter Pan y mi Wendy, que es un chico que ha decidido vivir al margen del sistema porque está desilusionado con lo que ha visto, que es hijo de la víctima de la corrupción y la niña, que es hija de un corrupto. Son dos lados de la verdad que de repente se encuentran en la decepción que tiene el descubrir la realidad de los adultos. Y también las dos actitudes frente a esa realidad, que es vivir al margen, que es no querer nada con los adultos y está el otro personaje que después de escaparse y de sentirse tentada a ese mundo sin reglas y sin normas, decide que no quiere perder la fe.

Los críticos españoles han destacado que logras interpretar la realidad viéndola con ojos de niña…

En ese sentido yo tengo una pequeña ventaja.  Cuando era adolescente, y como me dedicaba escribir, tomaba muchos apuntes de lo que me pasaba por la cabeza y los conservo aún. Y por otro lado como trabajo con adolecentes, y tengo sobrinos e hijos adolescentes, estoy en nivel de relación con ellos. No me resulta difícil meterme en la piel de ellos y me ha gustado ver que cuando lo han empezado a leer me dicen ‘es que yo pienso igual’.  Pero yo no quería en la novela dar una respuesta ni una lección de vida, sino simplemente dar un espacio de reflexión sobre las cosas que están pasando ahora mismo y que pudieran pensarse desde otro punto de vista.

En tu literatura abordas temas como la corrupción, crisis política y económica, justicia e injusticia…

Lo que intenté hacer con la novela es que no estuviera en ningún sitio. Se habla de la ciudad, pero no sabemos cuál es.  Se habla de crisis económica y de corrupción. Hay un plan genérico porque no quería que fuese una novela de un momento particular de la historia.  Digamos que efectivamente son cosas que siguen existiendo. En ese sentido siento que no es algo que pasa en esta época y es algo que ocurre y que afecta a todos los adolescentes de todas partes del mundo.

El libro guarda un mensaje positivo a pesar de las dificultades…

Si, lo que te decía antes. Yo no quería dar una lección y es algo que aprendí con el teatro de adolescentes y para niños. Este tipo de teatro que te dice ‘no veas tanta tele’, es demasiado obvia y provoca un rechazo de parte de los niños porque les vienes a decir cómo tienen que hacer las cosas.  Y si esta es una novela para que la lean y les guste a los adolescentes no puedes ir con esa actitud. Además, el punto de partida de la obra es que nosotros los adultos nos estamos equivocando. Entonces en ese sentido pretendo invitar a la reflexión y dar un poco de esperanza en que no todo está perdido.

¿Qué te espera ahora en el mundo de la literatura?

La segunda novela, ‘Música entre las piedras’ la presenté a varios certámenes como el premio Nadal acá en España, que es un premio muy importante. No gané, pero quedé entre las finalistas y tiene su recompensa, porque tiene su mención y ha salido publicada en todos los medios. Ahora mismo la novela está en un montón de editoriales a la espera de que alguien se decida definitivamente a publicarla y espero que sea dentro de poco.

¿Cuánto tardas tú en escribir una novela?

Es relativo. La primera empecé hice el primer borrador en septiembre y en abril ya estaba firmando el contrato para publicarla. Fue algo súper rápido, porque también llevaba mucho tiempo dándole vueltas y me había costado un poco encontrar el tiempo para sentarme y escribirlo. Pero la tenía muy trabajada en mi cabeza. La segunda también, pero la he revisado mucho más. Empiezo a ser mucho más exigente conmigo misma. Y casi ha sido el proceso de un año completo.  A su vez, la tercera está en el ordenador, la estoy escribiendo.

¿Cómo se pueden obtener tus libros desde Chile?

‘Al otro lado de la verdad’ está online en la página de Ediciones TeConté (http://edicionesteconte.com).  Sé que hay muchos amigos de Chile y de Perú que la han pedido y les ha llegado sin problema.

En las biografías o páginas visitadas para confeccionar la pauta de preguntas de esta entrevista no sale nada de tu pasado musical en Chile ¿Lo tienes enterrado?

Si pones mi nombre en Google y aparecen millones de cosas de La Ley. Me ha costado trabajo conseguir que no sea lo primero que aparezca. Ha sido un poco frustrante que en los últimos años lo primero que te apareciera fuera cosas de La Ley, en las que solamente me mencionan. De todos modos, cuando voy a promocionar mis novelas hablo lo que he hecho a nivel de literatura,no a otros niveles artísticos. Aun así, guardo mucho cariño a esa etapa de mi vida en Chile y de los amigos de esa época.

MUJER ACTUAL

[1] 2016, Ediciones Teconté.

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